La riada de 1982 que negó la parte baja de la ciudad puso sobre la mesa una necesidad: canalizar el paso del río por la ciudad. Ésta fue la excusa para crear uno de los mayores parques urbanos del país que se ha convertido, con el paso de los años, en un punto neurálgico para el deporte y el paseo de buena parte de la ciudad.
Tiene varios accesos desde los puentes que unen los dos márgenes de la ciudad. Algunas de las muchas actividades que se practican bajo la atenta mirada de la Seu Vella son andar, tomar el sol, jugar a fútbol, correr o pasear al perro.
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