Este edificio, que ayuda a conformar la fachada de edificaciones de la plaza de Sant Llorenç y que tiene una composición muy senzilla y funcional, se contruyó encima de una cimentación medieval.
A pesar de su origen medieval, elementos como el ladrillo visto, el sócalo de piedra y el friso que corona la estructura revelan intervenciones de periodos más recientes, especificamente de los siglos XVIII y XIX. El edificio se caracteriza por el uso de materiales tradicionales: bloques de piedra, madera y ladrillo visto, que reflejan un estilo arquitectónico popular.